Nota de la Edición:
La alocución del general Charles de Gaulle, fundador de la V República, el 18 de junio de 1940 a las 22:00 horas en la BBC de Londres tras la ocupación nazi en Francia, representa uno de los mensajes más importantes de la historia de aquel país (no es cualquier cosa decirlo) y de la historia contemporánea.
Francia fue después de Alemania el país con más bajas, setenta y cinco mil muertos civiles, durante la guerra. Se estima que 550 mil toneladas de bombas fueron arrojadas sobre su glorioso suelo durante los cuatro años de la ocupación nazi.
Tras el mensaje de De Gaulle comenzaron cuatro años de «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor», como presagiaba Churchill en mayo de ese mismo año. El terror y la violencia inhumana y sinrazón, como todas las violencias, del régimen nazi es un testamento de lo que nunca más puede repetirse. Y eso debemos recordarlo hoy ante las nuevas formas de autoritarismo criminal que se manifiestan en el mundo.
La República Francesa ha tenido siempre en su destino la impronta de la libertad. Con mucha paciencia, estrategia y determinación histórica la generación de aquellos hombres que a nombre de Occidente libraron a Europa del nazismo demostraron que no solo la unidad de acción y principios es fundamental, sino también la unidad espiritual para derrotar cualquier sistema que aplaste la dignidad del ser humano.
El 6 de junio de 1944, el día D, comenzó la liberación. El 25 de agosto de ese año Francia ya liberada del horror oye las grandes afirmaciones de su gran líder protector, Charles De Gaulle, en el Hôtel de Ville de Paris: ««¡París! ¡París ultrajado! ¡París arrasado! ¡París martirizado! ¡Pero París liberado!…».
Hoy son muchas las amenazas que están cernidas sobre el futuro de Europa. La sigilosa invasión musulmana que pretende desenterrar al cristianismo de la identidad europea es una de ellas. Pero no por asunto religioso es grave. Lo grave verdaderamente es que se pretende derrotar a Occidente importándose un sistema de creencias que considera el asesinato en el nombre de Dios y la violación de los derechos fundamentales de todas las personas como testimonios de justicia en nombre de la fe. De esto mucho nos advirtió Juan Pablo II, artífice principal de la caída del comunismo en Europa y Benedicto XVI, el gran teólogo que enfrentó las nuevas amenazas que están debilitando al viejo continente.
Francia no tiene miedo del martirio, nunca lo ha tenido, pero tampoco duda nunca en hacer prevalecer su gloriosa libertad. Liberté, Liberté chérie, Combats avec tes défenseurs !
Robert Gilles.

Llamamiento del 18 de junio de 1940 por el general Charles De Gaulle:
Los jefes que desde hace varios años están al mando del ejército francés, han formado un gobierno. Ese gobierno, alegando la derrota de nuestro ejército, estableció comunicación con el enemigo para cesar los combates.
Por supuesto, hemos estado, y estamos hundidos por la fuerza mecánica, terrestre y aérea del enemigo.
Infinitamente más que su número, los tanques, los aviones, [y] la táctica de los alemanes nos hace[n] retroceder. Los tanques, los aviones, [y] la táctica de los alemanes han sorprendido a nuestros mandos, al grado de llevarlos a la situación en la que hoy se encuentran.
Pero, ¿se ha dicho la última palabra? ¿La esperanza debe desaparecer? ¿La derrota es definitiva? ¡No!
Créanme, a mí, que les hablo con conocimiento de causa y les digo que nada está perdido para Francia. Los mismos medios que nos han vencido pueden darnos un día la victoria.
¡Pues Francia no está sola! ¡No está sola! Tiene un vasto imperio de su lado. Puede formar bloque con el Imperio Británico que domina el mar y continúa la lucha. Puede, como Inglaterra, utilizar sin límites la inmensa industria de los Estados Unidos.
Esta guerra no se limita al triste territorio de nuestro país. Esta guerra no se decidió en la Batalla de Francia. Esta guerra es una guerra mundial. Todos los errores, todos los retrasos, todas los sufrimientos no impiden que haya, en el universo, todos los medios necesarios para aplastar un día a nuestros enemigos. Aplastados hoy por la fuerza mecánica, podemos vencer en el futuro con una fuerza mecánica superior. El destino del mundo está en juego.
Yo, el General De Gaulle, actualmente en Londres, invito a los oficiales y a los soldados franceses que se encuentren en territorio británico, o que ahí vinieran a encontrarse, con sus armas o sin ellas; invito a los ingenieros y obreros especialistas de la industria de armamento que se encuentren en territorio británico, a ponerse en contacto conmigo.
Pase lo que pase, la llama de la Resistencia Francesa no debe apagarse y no se apagará.
Mañana, igual que hoy, hablaré en la Radio de Londres.
Charles de Gaulle